Encrucijada (+30)
Se va acercando el final del verano, y con él se retoman las actividades habituales, los horarios de comidas y sueño, se dejan atrás la playa, la piscina, los viajes, los quebraderos de cabeza de muchas familias en que los padres no tienen derecho a vacaciones y deben recurrir a campamentos o familiares para que los pequeños de la casa no se pasen el día encerrados y solos.
Este verano para mí ha sido distinto a cualquier otro de los vividos hasta la fecha. Mientras era una niña o una adolescente mis veranos estaban llenos de juegos, piscina, playa, amigos, libros de aventuras,... Al llegar a la universidad se tornaron en algo menos de playa, amigos, piscina y literatura para dejar hueco a alguna asignatura pendiente de aprobar, sin haber terminado la carrera y a consecuencia de las practicas laborales mis vacaciones se convirtieron en lo que han sido hasta que he dejado de trabajar: apenas quince días de familia, playa, amigos, piscina y novelas. Sin embargo este verano he tenido tiempo de ayudar a una amiga quedándome con sus hijos mientras ella trabajaba, proporcionándoles diversión y compañía que de otro modo no hubieran tenido. También he podido viajar en plan económico por nuestro país, re-visitando sitios conocidos y descubriendo algunas de las maravillas que esconde nuestra geografía.
La moraleja de este verano ha sido que los niños necesitan una atención que por desgracia hoy en día muchos padres no les pueden o no les quieren proporcionar (entiendase el egoísmo de que algunos padres prefieren "disfrutar" de su tiempo libre para ellos mismos en lugar de compartirlo plenamente con sus hijos; y aquí queda clara la escena que prefiero de las dibujadas por mi compañera Amanecer), que hay grandes cosas que descubrir dentro de nuestras fronteras y que, además, no hay que gastar demasiado para disfrutar de unas magníficas vacaciones siempre que se esté en buena compañía.
¡Feliz fin de verano!
