Abeja Laboriosa
Lo cierto es que mis días de cine
están escaseando últimamente. Si me paro a pensar el por qué, afloran un montón
de excusas que me ayudan a justificar esta situación. Aunque la verdad es que
un día de cine significa para mí una actividad que hay que preparar.
Elegir la
película suele ser el primer escollo a salvar. Cuando íbamos al cine con
nuestras amigas no existía ese problema: teníamos clarísimo que nos gustaba.
Ahora, los intereses varían en función de las personas que te acompañan. Ir al
cine supone una actividad de ocio, por tanto debe traernos felicidad (eso lo
buscamos todos), pero no nos damos cuenta de que cada uno se construye su
propia felicidad. Hay quienes viendo las mismas películas tienen sensaciones
totalmente contradictorias. ¡Todavía no entiendo aquellos cinéfilos que
disfrutan con las películas de terror! Normalmente las mujeres elegimos
películas que desbordan afectividad. ¡Cuántas heroicidades se forjan bajo
el impulso del corazón! ¡Cuántos
crímenes se deben al descontrol del corazón! Siempre esperamos abandonar el
cine con una sonrisa.
Mi última
sesión familiar de cine fue “Crepúsculo”, como premio por un buen detalle.
Ahora, cuando voy al cine, no me importa demasiado el tema, suelo preferir la
compañía, la programación de la actividad y disfrutar de la compañía. Creo que
se está creando un gran cine. Hay muchos temas, muchos países y muchos argumentos
muy interesantes para poder elegir.