La valla de la
vergüenza
Abeja laboriosa
Cuando visité Melilla, uno de mis
objetivos fue conocer su cultura a través de sus religiones, sus mercadillos,
sus gentes, sus callejuelas,… y por supuesto su situación geográfica.
Es esto lo que más me impactó,
por lo diferente que se nos ofrece cuando lo comparamos con otros destinos
turísticos. Melilla es así, porque está ahí. Es Europa en África.
Como parte de Europa queremos que
disfrute de todas las bondades de un país desarrollado. Esto lo queremos
nosotros pero nos cuesta muchísimo entender, que lo puedan querer los vecinos.
No solo eso: nos cuesta muchísimo entender que los vecinos también tengan el
derecho de poseerlo.
Para marcar esta diferencia se
creó el estatus social que en Melilla se manifestó físicamente. Había que parar
la marea humana que manaba incesantemente hacia nuestros países, y pararla de
golpe. NO PASARÁN.
A medida que me iba acercando a
la valla de la vergüenza, sentía como iba empequeñeciendo, sentía frío y sentía miedo. Quería tocarla para poder creer
lo que estaba viendo pero alguien a mi lado dijo:
- ¡Ten cuidado!, hay policías en las
garitas y pueden ponerse nerviosos.
Me paralicé…………
No pude continuar porque el temor
embargaba todas mis reacciones.
Mi mentalidad europea reaccionó
por fin y pude suspirar: “Menos mal que estoy a este lado”
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